Cigüeñuelas y plumillas

En ocasiones el caminante dirige sus pasos hacia los senderos plácidos que transcurren por la ribera de la marisma, escoltado a ambos lados por altos y verdes cañaverales. En ocasiones aguarda, expectante, el momento en que una delicada criatura zanquilarga, de patas rojas y hermoso plumaje blanco y negro inicia a  su alrededor un vuelo elíptico y nervioso que acompaña  de agudos sonidos; es una cigüeñuela. Entiende el caminante que el alado prestidigitador ha iniciado, con su poderoso reclamo,  una ceremonia de distracción y saca de la mochila, que en las espaldas porta, la cámara fotográfica para captar su figura en el aire, un signo de puntuación sobre el lienzo azul del cielo primaveral. La cigüeñuela macho atrapa la atención del potencial depredador para distanciarlo del nido donde la cigüeñuela hembra incuba los huevos en cuyo interior se desarrollan los embriones.

El caminante recuerda esa escena la tarde en que asiste a la ceremonia de graduación de unos jóvenes que un día esperan ejercer el oficio de periodistas. Chicos y chicas, hermosamente ataviados, parecen revolotear alegremente por el escenario como cigüeñuelas despreocupadas. Atrás dejan años de duro trabajo, años tras los que,  con constancia y empeño, sacaron adelante unos estudios universitarios que debieran depositarlos mansamente en un complicado mercado laboral. Singularmente, durante sus años universitarios esa promoción ha vivido una pandemia antes desconocida, una pandemia que trajo asociadas cifras de muertos insoportables, de hospitalizaciones extremas, de durísimas secuelas sociales, económicas y humanas. Durante esos años estos jóvenes han conocido el estallido de una guerra feroz en el interior de las fronteras europeas, han conocido antes y después oleadas de refugiados de todo el mundo que huyen de la guerra o del hambre, han experimentado la incertidumbre de poblaciones confinadas, como pajarillos encerrados en sus pajareras.

Sin embargo, en los discursos que leen desde el escenario en su ceremonia de graduación ninguno de estos periodistas en ciernes, a quienes de oficio se les supone estrechamente conectados con la realidad, menciona, denuncia, vomita, advierte, alerta…ante profesores y familiares. Sus vestidos, sus palabras, sus miradas evocan en el viajero esas danzas de distracción de las gráciles cigüeñuelas. El caminante, sorprendido, se pregunta dónde queda la realidad. ¿Qué suerte de embriones están incubando estas nuevas generaciones de periodistas que, con su ceremonia de distracción, nos alejan de la realidad?

David Collis Luque, 25-03-2022

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